viernes, 8 de julio de 2011

Era él

Había terminado de almorzar un suculento guiso. Luego de tomarse el último vaso de vino y soda decidió que era un buen horatio para enfrentarse a los fantasmas. Era la 1 y media del mediodía y el barrio se derrumbaba en un nostálgico sol de otoño. Salió de la casa en la que estaba hacía ya más de 2 días. 2 días en los que no había visto el sol. 2 días en los que estuvo preguntándose cosas hasta hartarse. Decidió salir con su paranoia y un fierro en la cintura. No lo inquietaba la idea de caer. Pensaba que era uno de los finales posibles entre muchos otros. No le intrigaba demasiado cual de estos finales le tocaría. Suponía que en toda esta movida había algo de azar y algo de destino. Suponía también que ese era un problema que no podría solucionar. Que era mejor salir y empezar a definir su situación. Pensó en la vieja, en algún amigo y en el graffiti que había pintado días atrás en aquel enorme paredón. Se acordaba de la primera vez que había disparado y le parecía un recuerdo demasiado cercano. Caminó por la calle repleta de polvo, escombros y zanjas. Doblo en la primera a la derecha. Respiró profundo. Se detuvo. Vio pasar una camioneta negra y apuró el paso. Entro por el portón de rejas y salió a los 22 minutos. Caminó junto al alambrado y entendió que el final estaba a 40 metros. Volvió a doblar a la derecha y se sintió imbatible. Pensó en que por ahí, si le dejaban dar esa última vuelta analizaría la posibilidad de volver a instalar antenas de Direct TV. Una última vuelta. Si no moría no mataba, se juraba a si mismo mientras pasaba por el kiosco. O por ahí no. En una de esas podía morir y ya. Sus propias reflexiones le empezaban a romper las pelotas. Recordó nuevamente aquel día de enero en el que había agarrado ese fierro y había amenazado a uno que pasaba por ahí. Ahora le parecía que eso había pasado hace mucho tiempo. Atravesó la canchita de fútbol y se detuvo a fumarse un faso, sentado en la parecita. Pensó que ese era el lugar que el había elegido para caer. Y que nadie tenía huevos para animársele. Que lo demás no importaba demasiado. Que el andaba solo. Decidió volverse a su casa a conversar con alguna mujer porque estaba teniendo demasiadas ganas de seguir viviendo.