miércoles, 10 de diciembre de 2008
Reflexion sobre el final de la cursada
Confieso
Ensayo
Crónica de un triunfo anunciado
De Homero hasta nuestros días, la crónica sigue siendo el lugar en que buscamos una explicación del mundo.
(Gabriel Cetkovich Bakmas).
Hace unos meses tuve la oportunidad de leer una afirmación sobre la crónica tan provocativa como cierta. La cita estaba escrita por Martín Caparrós en el prólogo de “La Argentina Crónica”, y decía que la crónica era aquel género periodístico que cada vez se publicaba menos. Definitivamente este es un dato de la realidad. Periódicos, revistas, y hasta publicaciones digitales abrieron en la última década un proceso de marginación del género como estilo periodístico, depositándolo en las vías de lo subalterno. El desplazamiento es claro, y sus raíces parecen serlo también. El periodismo ha optado por un camino, la crónica representa todo aquello que no se eligió. ¿Por qué el periodismo ha elegido ese camino? ¿Qué implicancia ideológica conlleva esa decisión? ¿Qué lectura hace el medio sobre su público? Reflexiono sobre el problema y me aventuro a lanzar una primera aseveración: el periodismo actual no incluye crónicas entre sus páginas porque sus implicancias discursivas distan de aquello que esperan leer tanto el público como el propio medio capaz de publicarla. Es posible que el problema aparezca un tanto confuso en estas primeras líneas, sepan entender que se trata de un ensayo, y un ensayo es ante todo… en fin ese es otro tema que en alguna oportunidad discutiré, ahora me centraré en la crónica que es ya de por si una cuestión bastante problemática. La crónica (siguiendo a uno de sus más notorios exponentes, Caparrós) es ante todo la síntesis de dos particularidades claramente marcadas: por un lado es el pleno ejercicio de la mirada. Cuando Caparrós recorre Rosario en “El interior” y se dirige a las afueras, el problema de la identidad argentina atraviesa cada cabaret, cada puente, cada alambrado y cada casilla marginal. La mirada, el ejercicio de la mirada es lo central, allí radica una de las cuestiones más esenciales de un relato crónico: cada una de las crónicas, cada relato que implica una reivindicación y una auto proclamación de lo subjetivo como recurso legítimo para contar una historia es ante todo la puesta en juego del lector como sujeto de acción, la crónica con su cadencia, su costado vital recorre la formula “esto es lo que yo vi sobre esto que para mi es un problema”. La crónica es entonces una invitación a la reflexión, a la vacilación, una puerta de entrada a la propia interpretación de un suceso que ha sido despojado de su penosa “objetividad” para plantearse como lo que es todo relato, la propia vivencia de aquello que observé. En segundo lugar la crónica es además una forma de intervención política, lo es en varios sentidos. La crónica corre ante todo el foco de atención. Ante un periodismo plagado de historias archiconocidas, donde sólo cambian nombres de protagonistas, la crónica desvela su esfuerzo en el relato de la cotidianeidad, en la apelación a un submundo de significados que no serán contados porque fueron ya condenados al olvido. En el rescate de esos significados, hay un clara intervención que por política es a la vez ideológica: la crónica cuenta aquello que lo masivo destierra, reivindica el valor de la memoria social, es juez y parte de un problema que recorre las raíces de aquello que ha sido etiquetado como “lo normal”, como si lo normal fuese aquello imperturbable, como si hablar de lo normal no fuera una artimaña discursiva para ocultar ese tipo de debates, para sepultarlos en el olvido. Dice Caparrós: “la información consiste en decirle a mucha gente qué le pasa a muy poca, la que tiene poder”.
Recapitulemos. La crónica es entonces el uso de la subjetividad como instrumento para contar aquello que no sería sino contado, de allí su carácter problemático, de allí su marginalidad. La prosa periodística actual se define como aquello que transita por las vías de lo opuesto. En la prosa actual se fuerza un desplazamiento de lo subjetivo a lo objetivo, el discurso se manipula en búsqueda de quitarle la voz al narrador, de quedarse sin el matiz, sin la visión propia de un texto que ya no se hace cargo de ser producto de una postura frente a la ¿realidad? Y en este mecanismo el periodismo genera su propia reproducción, una reproducción que luego pasa a ser repetición para por fin acabar en monotonía, en el relato de aquello y aquellos que detentan el poder. La contradicción, la imposibilidad está en intentar callar aquello que no puede ser callado. Y en esa imposibilidad, todos los recursos del periodismo hegemónico quedan truncos frente a una crónica que ha ganado esa batalla aunque la haya perdido. La crónica ha ganado porque es ante todo sincera, honesta y valiente. La crónica ha ganado porque no disipa nada, porque es derrotada en su intento de desbordar un instante. Ha ganado porque no resuelve problemas, los multiplica. Ha ganado porque es la reivindicación de que el lector aún no ha muerto, que aquello que se dice es la escena de una realidad tan compleja que se vuelve digna de ser pensada por quien lee. Es la politización de un entorno que se asume esencialmente como apolítico. Es el reconocimiento de un lector como sujeto sensible capaz de repensar bajo estructuras desvinculadas de lo legitimado por los medios masivos. Digo entonces, que en ese triunfo está también su derrota. Su derrota, porque la crónica ha perdido difusión. La ha perdido por su propia esencia. En esto de definirse como la voz de lo subjetivo que cuenta el espacio marginal del poder, la crónica ha clausurado su entrada en la difusión masiva de mensajes. Ahora bien, en este sentido sería pertinente pensar en por qué esas puertas yacen cerradas. ¿Acaso los medios desconocen que hay un público lector deseoso de escuchar crónicas? La afirmación peca de ingenua. Si el público las quisiera los diarios estarían inundados de relatos crónicos. El problema parece tener otra profundidad y se emparenta con una cuestión de época. Y en este sentido es trascendental el aporte que Walter Benjamin expone en “El narrador”.
Cada vez es mas raro encontrar gente que sepa contar bien algo […] Es como si una capacidad, que nos pareciera inextinguible, la más segura entre las seguras de pronto nos fuera sustraída. Una causa de este fenómeno es evidente: la experiencia está en trance de desaparecer […] Un vistazo echado a un diario cualquiera demuestra que se ha alcanzado un nuevo nivel inferior, en el cual no sólo la imagen del mundo exterior, sino también la imagen del mundo moral han sufrido cambios que nunca se tuvieron por posibles.
La apelación de Benjamin tiene que ver con la situación de la narración en nuestros tiempos. A mi juicio puede ser fácilmente trasladada al ámbito de la crónica. Y puede ser llevada allí porque la crónica se alimenta de la experiencia, de los intercambios de vivencias entre actores. La crónica también tiene su tangible costado épico: el consejo inherente a toda crónica no es otra cosa que la propia vivencia de aquello que se cuenta. En la reivindicación de lo subjetivo y de la diferencia está su heroísmo. En el “esto ha sido lo que observé” radica la sabiduría de una crónica que se para frente a la realidad y la colma de reflexiones y enigmas. Y cuando en la cita leemos a un Benjamin que dice que la imagen del mundo moral ha sufrido cambios, la referencia se dirige al cambio de época.
Dice más adelante:
Cada mañana se nos informa sobre las novedades de toda la tierra. Y sin embargo somos totalmente pobres en historias extraordinarias. Eso proviene de que ya no se nos distribuye ninguna novedad sin acompañarla con explicaciones […] Puesto que es casi la mitad del arte de narrar una historia el mantenerla ajena a toda explicación mientras se la reproduce
La particularidad de nuestra era parece estar dada entonces por una forma de reproducir discursos que tienden a eliminar la mirada del sujeto, a borrar sus marcas en el texto y a presentar relatos cerrados, explicados hasta el hartazgo, de eso se trata la prosa periodística actual. El intento por descifrar si el germen de este proceso tiene como responsable al periodismo o al propio público se dirige a explicaciones que exceden este ámbito de discusión. Sean el periodismo o la demanda del propio público los propulsores de este proceso, lo cierto es que el relato de historias, vivencias y miradas sobre un acontecimiento o personaje cada vez está menos presente en los medios de difusión escrita. Y decimos que esto es una cuestión de época en la medida en que las configuraciones culturales construyen al individuo desde una pasividad extrema y alarmante. Y en la era en dónde se habla de la total despolitización de la realidad, la apuesta por el relato de lo objetivo es una clara intervención sobre aquello que se puede decir. Y en este sentido la subestimación del lector a la que hace referencia Caparrós no es otra cosa que la negación del lector como sujeto de acción en dos sentidos: el medio que construye al sujeto en términos de consumidor y el sujeto que se construye a si mismo como ente pasivo dispuesto a ingresar en el mercado a adquirir bienes culturales como si estos se tratasen de zapatillas.
domingo, 23 de noviembre de 2008
diario de escritor
lunes, 17 de noviembre de 2008
Citas para el ensayo
Citas
“Digo: mirar donde parece que no pasara nada, aprender a mirar de nuevo lo que ya conocemos. Buscar, buscar, buscar. Uno de los mayores atractivos de componer una crónica es esa obligación de la mirada extrema. Para contar las historias que nos enseñaron a no considerar noticias”
Martín Caparrós- Prólogo “La Argentina crónica”
“Nos convencieron de que la primera persona es un modo de aminorar lo que se escribe, de quitarle autoridad. Y es lo contrario: frente al truco de la prosa informativa la primera persona se hace cargo, dice: esto es lo que yo vi, yo supe, yo pensé
Martín Caparrós- Prólogo “La Argentina crónica”
“Cada mañana se nos informa sobre las novedades de toda la tierra. Y sin embargo somos notablemente pobres en historias extraordinarias. Ello proviene de que ya no se nos distribuye ninguna novedad sin acompañarla de explicaciones. Con otras palabras, ya casi nada de lo que acaece conviene a la narración, sino que todo es propio de una información”
Walter Benjamín- “El narrador”
domingo, 16 de noviembre de 2008
Epigrafe del ensayo
Si bien la idea de mi ensayo aún se me presenta bastante difusa, creo estar en condiciones de aunque sea acercar algunas inquietudes en relación al problema sobre el que pretendo argumentar. La idea del ensayo girará en torno a la crónica y su inclusión como género periodístico, tomando como punto de partida la reflexión que Caparrós hace sobre el género. Para eso cuento con una primer cita que marcará el recorrido del resto del ensayo:
“La crónica como aquel género que cada vez se publica menos”. En relación a esto la idea es trazar intertextualidades con la visión de los autores de las crónicas del libro “La Argentina crónica”. En relación a esto también considero interesante la propuesta de pensar el modo en que se da la relación de tiempo entre el proceso de escritura de una crónica, sus implicancias ideológicas y la posibilidad de que un medio destine el dinero para una investigación de ese calibre. La idea del ensayo es trazar una hipótesis sobre por qué el periodismo no le da lugar a la crónica. Una primera aproximación tendrá que ver con el ensayo de Benjamin, y la idea de un público lector que no está dispuesto a escuchar historias. De este modo el ensayo trazará una perspectiva de un doble juego: por un lado la implicancia política de escribir una crónica y por el otro la implicancia ideológica de que un medio masivo la publique.
domingo, 2 de noviembre de 2008
No recuerdo cuanto hace que estoy acá arriba, debo confesar que tampoco me importa demasiado. Se que estoy, otra vez, esperándote. En unas horas estarás por acá de nuevo, la idea de pensarte me vuelve a estremecer, te miraré y estoy seguro de que que volveré a sentir esa nostalgia, lo se porque me pasó y me pasará, las cosas son así y no quiero cambiarlas. Como cada verano, cuando el sol cae detrás de ese molino aparecerás, justo después del susurro del viento, justo cuando empiezo a pensar que no vendrás, siempre es así, y la nostalgia, si yo pudiese explicar esa nostalgia. Recuerdo el pasado año, recuerdo haberte esperado largo rato, recuerdo haberte visto como nunca antes, no espero nada más de vos. Hoy es el primer día de este nuevo verano, ya han pasado 14 años desde aquella primera vez y nadie podrá bajarme. Todo se repite, vendrás por allá atrás, justo donde los girasoles pierden su forma, allá donde el cielo se confunde con el paraíso, allá estarás, todo será como siempre, yo te espero como nunca. Correr, correr y correr por el campo, nunca nadie te detuvo, siempre con tu vestido celeste, mocasines blancos, esa mueca de sonrisa que en realidad nunca supe si es tal, allí viene la muchacha más rubia y más hermosa que jamás haya conocido. Te espero con anisas, se que estás por venir. El tibio sol riega esta inmensa llanura, el viento me recorre la cara, siento el alivio de saber que vendrás ¿quién soy?, ¿qué hago acá arriba? Te espero. Nunca me hablaste, así sos, creo que tampoco me viste, siempre corres, jamás contemplaste por dónde, tu búsqueda parece transcurrir por otros caminos. Allá venís, estas de nuevo, sabía que te tendría. Venís corriendo, a medida que te acercas puedo ver el dibujo de tu sonrisa, la más hermosa rubia viene de nuevo, está acá, te miro y me quedo sin palabras. Hoy me vas a ver, hoy vendrás por mi, pasarás por debajo mío, te detendrás y ya no habrá más nada que decir, ¿y si bajo de acá arriba?, ¿y si voy a su encuentro? No, ella me verá. Estas cada vez más cerca. Momento. Veo tus mocasines, también tu sonrisa, pero el vestido celeste, el vestido celeste no está, ese el de siempre, el que tanto me gusta. Un largo vestido blanco acompaña tu andar. Tu felicidad parece no tener límites, tu sonrisa es una daga, sos tan feliz que me entristezco hasta el límite. Ya no volverás por acá, lo se porque te conozco, lo se porque lo imagino, lo se porque ya no tenés ese hermoso vestido. Me bajo de acá ya no vuelvo.
sábado, 18 de octubre de 2008
reflexion sobre la mitad de la cursada
- Y mira vas a tener que escribir, y no te atrases porque no la levantás nunca más
Las palabras de Laura todavía me rebotan en la cabeza, ¿ un taller de escritura? ¿qué vamos a escribir de nuevo? Primer día de clase. Bloques, bloques y más bloques. El miedo se empieza a hacer presente. ¿Todo eso habrá que escribir? Porque la de la entrevista te la acepto, mas o menos se como es, como se escribe, pero ¿la crónica? ¿qué carajo será la crónica? Y ahí nomás en esa primera clase empezamos a escribir. “Que primero quiero una descripción de cada uno de ustedes, que después la del compañero, vayan pensando un posible entrevistado pero también hagan la nota de lector del texto sobre el paradigma indiciario (si me preguntabas que era una nota de lector tampoco te iba a saber decir). Demasiadas cosas, un primer bloque entregado con zozobra, y un segundo que costó sangre, sudor y lagrima. Un libro, un prólogo que abrió mentes, crónicas que conmovieron, que abrieron puertas sobre un género demasiado vital como para no conocerlo. Leer el blog de los compañeros, el de los talleristas del cuatrimestre pasado para aunque sea darse una idea de cómo arrancar. Mamita querida que difícil es esto. Charlas con los compañeros vía mail, mensaje de texto, chateo, todo para que por lo menos cometamos los mismos errores. Ya paso medio cuatrimestre y no parece mentira. Y aunque Celia este embarazada (ya está confirmado) parece tener ganas de que sigamos escribiendo. Ahora narración, Piglia y después los tan temido ensayos. Allí estaremos, viendo como la piloteamos. Eso si de algo podemos estar seguros, no somos los mismos de antes.
proceso de escritura
lunes, 13 de octubre de 2008
Nota de lector sobre la crónica de Natalia Coronel
El etnógrafo y el cronista
Reflexión sobre el género
“Digo mirar donde parece que no pasara nada, aprender a mirar de nuevo lo que ya conocemos. Buscar, buscar, buscar. Uno de los mayores atractivos de componer una crónica es esa obligación de la mirada extrema. Para contar las historias que nos enseñaron a no considerar noticias” (Martín Caparrós)
Al pensar el género de la crónica la primera idea que se me revela es la postura de Caparrós en el prologo de La Argentina crónica. Creo encontrar allí la raíz del género. En primer lugar la crónica es aquello que cada vez vemos menos en diarios y revistas de lectura “masiva”. Dice Caparrós al respecto que de todas las crónicas que forman parte de la compilación, ninguna fue publicada en algún diario o revista de alcance nacional. En este sentido decimos que la crónica es aquello que el periodismo cuenta cada vez menos. Y siguiendo a Caparrós encontramos en esto una apuesta ideológica no menor: el periodismo se centra en el poder, en el relato acerca de quienes son ricos y famosos, de quienes son víctimas de catástrofes La crónica entonces significa quizás su antitesis. Es la mirada hacia el aspecto de “lo cotidiano”, acerca de aquello que puede no ser rotulado como noticia. Es darle relevancia a aquello que aparece definido como no relevante. Y en esto hay una clara decisión en razón de intervenir ideológicamente sobre lo dicho. Siguiendo a Amar Sánchez el hecho de que quien toma la palabra sea además el sujeto real que vivencia el hecho le da a la crónica una marca ideológica que tiene mucho de intervención política. El sujeto aporta una mirada basándose en testimonios, vivencias y fuentes indirectas. A partir de estos elementos construye una imagen sobre aquello sucedido. De esta manera Amar Sánchez sostiene también que la crónica se sitúa bajo el cruce de dos posibilidades: por un lado la de mostrarse como un relato de “lo real” y por el otro su propia imposibilidad en la medida que organiza y sintetiza información sobre aquello que vivencia. Se trata de la construcción del cruce entre esas dos posibilidades. Un poco alejada de esta visión encontramos la visión de Ortego quien en el texto de Uribarri sostiene que el punto de partida de toda crónica es por definición un suceso susceptible de ser noticias: allí está la raíz del género. Pero como bien afirma Uribarri encerrar a la crónica en relación al hecho noticioso es sin duda reducirla al mínimo de sus posibilidades. La crónica es la posibilidad de generar una visión novedosa sobre aquello que pareciera no serlo. Como sostiene Caparrós, la crónica intenta mostrar la vida de todos, de aquellos que también pueden ser sus lectores. Insisto en este sentido con la apuesta política que significa dicho relato. Es sin lugar a dudas cambiar el foco del periodismo, irse de la historia linealmente contada hacia una historia repleta de matices y donde la aparición de un yo identificable como voz del relato es explícita. La voz que enuncia elige una estructura, un estilo que vuelven a ese relato particular y único. La crónica se aleja de la narración estandarizada, de aquello contado de un modo uniforme hasta trasladarse a una visión que se posiciona frente al problema.
Un aspecto también central en el relato crónico es sin duda la cronología. La propia raíz de la palabra incluye la cuestión del tiempo como aspecto central: la crónica es el posicionamiento de un sujeto en una línea de tiempo determinada. Y en ese posicionamiento el autor intenta atrapar es instante en su reconstrucción. El intento fallido de atrapar el tiempo en el relato es lo que hace de la crónica un género inagotable.
lunes, 6 de octubre de 2008
Crónica en el Museo Nacional de Bellas Artes
Siete de la tarde, viernes, mi Buenos Aires querido es un verdadero hervidero de bocinas y smog. Una interminable cortina de autos se abre paso sobre la iluminada avenida Pueyrredón El trabajo quedó atrás y la idea de ir al teatro sigue sin convencerme demasiado.
― ¿A qué hora cierra el Museo de Bellas Artes?
Con un desgano llamativo la respuesta del quiosquero se demora unos segundos
― Ocho y media, pero apurate porque después de las siete y media estos vagos terminan el día
¿Cómo será el trabajo en medio de tanto arte?, veremos
Avenida del Libertador 1473, el edificio surge en medio de autos, árboles y una ciudad que como siempre parece estar de espaldas a su río. Entro por la primera de las arcadas, los motores empiezan a perderse: ahora si, helo ahí, “el arte”.
El Museo Nacional de Bellas Artes, establecido en su actual sede desde 1931, es el mayor reservorio del arte con mayúsculas de Argentina. Con 12713 obras, de las cuales sólo 700 son exhibidas el museo también es quizás el más importante de Latinoamérica.
Laberínticos caminos conducen por los diferentes períodos de la historia del arte argentino y universal.
― Mirá que el Museo está por cerrar- la señora rubia de la puerta parece indicarme sus ganas de que ya no esté allí. Por dentro se que tomé la mejor de las decisiones. La “hora pico” del MNBA ha pasado, y en el edificio sólo nos encontramos los empleados, yo y el arte. Me excuso alegando el horario de cierre publicado en la página web y comienzo mi recorrido. Soy observado con cara de pocos amigos. A mi izquierda se abre el ¿pabellón? correspondiente al arte medieval. Obras de carácter religioso, y una breve reseña sellada en la pared, que afirma lo que en definitiva escuchamos siempre: que Dios era el centro del mundo, que el arte de aquella etapa estaba orientado hacia ese fin y las pinturas no saldrían demasiado de Cristo u otros íconos religiosos. Algunas esculturas se mezclan entre los numerosos cuadros. Al costado de cada obra, nombre y autor, no recuerdo si año. Una obra de realizador anónimo me llama la atención. ¿Cómo explicar su existencia? Me pregunto por el arte y su justificación histórica.
El enmarañado recorrido de paredes y contra paredes se despliega paralelamente a una delgada línea negra que establece la distancia entre el arte y el espectador. Apenas por encima unos dispositivos con luz roja parecieran ser los censores que controlan la peligrosa cercanía. De todos modos no me animo a comprobarlo.
Cada una de las salas cuenta con un empleado, que sentado en una silla a veces y otras parado controla el movimiento de visitantes. En la sala de esculturas me detengo a hablar con uno de ellos. Un hombre de unos 60 años, que trabaja en el museo desde que asumió su anteúltimo director ejecutivo, Jorge Benjamín Glusberg quien fue recientemente procesado por presuntas negociaciones incompatibles con la administración pública durante su gestión al frente del museo.
Sus declaraciones me sorprenden:
― Es un trabajo tranquilo, piense que yo ingreso alrededor de las 12 del mediodía hasta las 20. Casi tengo tiempo para leer un libro diario.
La charla no recoge demasiados datos más, el cuidador no presenta demasiado entusiasmo. Me alejo por uno de los pasillos pensando en el arte y la cotidianeidad. A mis costados algunos de los empleados empiezan a tomar posición de las escaleras. Charlan en medio de una informalidad que no esperaba. Hacen chistes, disfrutan de las vísperas del fin de semana que está por venir. Yo me pregunto que representará para ellos aquellos cuadros de Rubens o Kandinsky.
En el museo trabajan 180 personas entre empleados administrativos, de seguridad, de limpieza y guías de turismo que cumplen la carga horaria del personal del estado: 35 horas entre lunes y viernes. Los sábados y domingos son reemplazados por personal rotativo. Es por esto que el museo tiene una franja horaria para las visitas mucho menor a la de otros museos internacionales. Mientras el Museo del Louvre trabaja de lunes a viernes de 9 a 18, el MNBA lo hace de 12 a 20:30.
Por los altoparlantes comienza a hacerse explícita la intención de que abandone el establecimiento. Sin total seguridad creo ser el último de los visitantes. Solicito unos minutos más, aún no vi a Picasso.
Pabellón planta baja sobre el margen derecho. El sector es inaugurado con una breve reseña sobre el Simbolismo. Llegamos a la etapa de la abstracción, a aquel arte más difícil de observar sin caer en el lugar común del “esto lo puedo hacer yo”, como si el arte sólo fuera estilo y destreza, como si el arte no fuese una forma de intervención política. Pollock, unos cuantos artistas rusos cuyos nombres no recuerdo, y allí más atrás Picasso. En medio de un espacio sombrío, un silencio abismal, paredes y más paredes, obras y más obras, allí frente a “Una mujer acostada” sentí que presenciaba arte. Volví a pensar en ellos los empleados, y en qué pensarían cuando día a día transcurren esos laberintos.
Mi estadía definitivamente está terminada. Una señora de unos 45 años me informa personalmente el cierre del edificio. Recorro los últimos pasillos de vuelta hacia el hall central. Los empleados están en pequeños grupos esperando el fin de su agonía. Una vez afuera escucho una voz lejana
―La próxima vez no entran a esa hora, esto es un museo no un comercio.
lunes, 29 de septiembre de 2008
La aregtina crónica- Uribarri
Enfoque: La crónica se plantea a partir del interrogante de qué es lo que vienen a buscar los poderosos comprando grandes extensiones de tierras argentinas. La crónica no deja una respuesta explícita a esa pregunta, sino que se limita a describir la situación previa y las diferentes posiciones respecto al asunto.
Tipo de Entrada: Narrativa, porque la crónica comienza contando un hecho que se desenvuelve en diferentes acciones hasta llegar al punto en donde el relato se relacionará con el cuerpo de la crónica.
Estructura y Transiciones: En la crónica aparece delimitada una estructura por bloques. Luego de la entrada, y con el testimonio del intendente se llega al tema en cuestión, que es la compra de grandes extensiones de tierras por magnates extranjeros. A partir de allí la estructura fuerte del relato tendrá que ver con aquellos párrafos que hacen referencia al proceso de llegada y adquisición de tierras por parte de los extranjeros. Los proceso de transición entre el núcleo fuerte de la crónica aparece con las diferentes visitas que el cronista hace a las estancias y con la anécdota de el lugar que está visitando.
“El turismo menos pensado”
Enfoque: La crónica trae como recorte la situación del travesti (que fue abordada desde muchos lugares) a partir de cómo el extranjero reconstruye esa imagen. Es decir que la crónica intenta revelar la posición del travesti como sujeto de estigmatización social frente a la mirada del extranjero.
Tipo de Entrada: Resumen, porque el cronista intenta en el primer párrafo describir el tema que sin lugar a duda tiene un fuerte carácter novedoso. A partir de ese breve resumen el autor aporta los matices de aquello que luego se va a profundizar en el resto de la crónica.
Estructura y Transiciones: Aquí la estructura por bloques tiene el siguiente esquema: el relato del traba-tour, es el hilo conductor que marca todo el resto del relato. A partir de ese eje central las transiciones corresponden a los momentos en que el cronista se refiere al auge de la discusión sobre el travesti a partir del programa “Los Roldan”.
“Y parirás con dolor”
Enfoque: La crónica intenta bajo el contexto de una sociedad machista y reaccionaria contar la historia de una adolescente que es victima de esto. Es válido aclarar que lo central, el recorte de esta crónica es Romina Tejerina como persona.
Tipo de Entrada: Es narrativa porque comienza con el relato de una historia que luego asociaremos con la de Romina Tejerina. Se cuenta una acción en donde intervienen los personajes que luego serán protagonistas.
Estructura y Transición: El hilo conductor de la crónica, es decir el bloque central corresponde a la historia de Romina Tejerina. Las transiciones se dan mediante los testimonios de familiares, y mediante datos que permitan conocer el hecho en profundidad.
sábado, 20 de septiembre de 2008
Citas de "La Argentina Crónica"
"La crónica es mirar allí donde parece que no pasara nadam aprender a mirar de nuevo lo que ya conocemos. Buscar, buscar, buscar. Uno de los mayores atractivos de componer una crónica es esa obligación de la mirada extrema. Para contar aquellas historias que nos enseñaron a no considerar noticias."
Creo encontrar en esta frase todo lo que por crónica entiendo. Caparrós habla claramente de el género como aquellos que en nuestros días cuenta con poco lugar en los medios masivos. Aquellas historias que transcurren en la cotideaneidad, que requieren una nueva opción, un nuevo punto de vista, aquello que narra con matices individuales aquel hecho que merece ser narrado.
Hernan Brienza:
"Una crónica periodística es una historia que condensa y resume un momento y un lugar. Es un catalizador, un aleph, en algún punto. Una buena crónica es aquella que habla de y por todas las crónicas"
La crónica es sin duda la puesta en escena de aquel hecho, de aquel momento pasado que fue interpretado por los ojos de un observador. A partir de ese hecho que pasó es que la crónica plantea en terminos de Benjamin la reconstrucción de aquel aura que se perdió, aquellos que pasó con un aquí-ahora específico. La búsqueda de la crónica transita por esas vias.
Julián Gorodischer:
"Una crónica debería dar testimonio de un tiempo dado, hacer presente en el relato el conjunto de creencias y el imaginario que caracterizan a la época en que un narrador decidió narrar para iluminar aspectos desconocidos de la realidad"
Creo en la crónica que aporta una nueva mirada sobre lo ya conocido, creo en la crónica que mira aquellos que aún no ha sido mirado, creo en la crónica que deja que lector reflexione sobre lo que no había reflexionado. En sintesis, creo en la crónica
lunes, 15 de septiembre de 2008
Entrevista
Ricardo Páez (Colaborador ad honóreme con la Asociación Madres de Plaza de Mayo)
Es el domingo por la tarde de agosto más hermoso que recuerde desde que tengo esa capacidad de recordar. Es domingo por la tarde, y fui a su encuentro. Una pintoresca casa en las afueras de un pintoresco barrio de Temperley. Repito, el día es tan hermoso como no recuerde otro. Llegué a su casa. Estaba sentado en el hall de entrada con una pequeña radio en su mano derecha, escuchando la parcial victoria de su querido Independiente. En ese instante supe que la entrevista necesariamente iría por la buena senda. Me hizo pasar y nos acomodamos en un patio repleto de enredaderas y rosales. Sin previo aviso, mate en mano y así como así comencé a preguntar.
¾¿Desde que lugar, a partir de experiencias familiares, personales empieza tu militancia política y social?
¾En mi experiencia personal tengo que decir que ese fue un tema bastante complicado. Con la familia nada que ver, estamos en veredas opuestas. Mi familia piensa totalmente lo contrario. En algunas cuestiones me he sentido tan lejano que me ha llevado a despegarme un poco de alguno de ellos. El hecho de estar en la vereda de enfrente, hace que la cosa se vuelva todavía más difícil. Por ahí hubiese sido más fácil que mis viejos sean personas preparadas desde una conciencia un poco más crítica, pero en definitiva lo que me tocó es otra cosa. Estar en la derecha es estar de acuerdo con todo el mundo, tener la posibilidad de cargos y ganar plata. Nuestro lugar es el de la minoría, siempre fue así. Mi formación empieza en escuela primaria, secundaria en un colegio católico a ultranza, y como todos sabemos la iglesia está históricamente ligada a la derecha, y a la oligarquía, la cúpula de la iglesia es militar. Eso está claro. La búsqueda es personal. Es cuestión de empezar a saber que queres saber de la vida, que queres ser, y como pensas, te empieza a salir de adentro y hasta que llega un momento en que lo tenes totalmente claro. Obviamente la lectura funciona como un motor importantísimo, un libro dice mucho de su lector. Mis lecturas siempre transitaron por los lugares de la militancia política y social, desde muy chico tuve esa inclinación.
¾¿Pero hay un momento?
¾Y si pero es muy difícil saber cuando fue exactamente, no hay un momento en que digas ahora. Por ejemplo para clarificarte un poco, yo me siento más revolucionario ahora a los 50 años que a los 20 o que a los 30. Cuando pasaron muchos años entras a una línea, entonces de ahí en más ya el camino es irreversible en el sentido que uno no quiere cambiar, lo pensaste de un lado y de otro y volves al principio, totalmente convencido. Nadie me inculcó, me metió esto de lo que se habla a veces “¿Quién te metió estas cosas raras en la cabeza? ¿El comunismo? ¿A vos te parece?”, a mi nadie me inculcó nada, nadie me quiso a mí cambiar, y eso creo que es lo más importante. En mi caso la cuestión de la militancia es un proceso largo, que creo aún no terminó.
¾Y siguiendo por lo que es la línea de tu militancia personal, ¿Cómo llegas a la asociación Madres de Plaza de Mayo, que paso previo hubo para poder arribar?
¾Es como que empezas a tener ganas de estar, y pasan días meses o años y no te decidís, porque decís “yo nunca estuve, nunca fui”. Esto le pasa a mucha gente ahora, que por ahí no va y dice: “si yo voy no me van a dar bolilla, no me conocen”. Yo pensaba así, hasta que me animé. Esto no te pasa solamente con las madres, por ahí te enteraste de una charla, debate, vas y encontrás gente que te gusta más que otra gente como es normal en todos los ámbitos, pero sentís que estás en un lugar donde querés estar. Nunca me arrepentí de ir, al contrario me sentí muy bien. A esta altura de mi vida si yo no estoy bien en un lugar no voy más. Yo siempre digo que cuando uno pasa a ser mayor de edad, lo mejor que te puede pasar es estar con quien vos queres, en el lugar que te gusta estar.
Ya oscureció por completo en ese parque repleto de enredaderas y rosales. Richard sugiere la posibilidad de que vayamos a la cocina para seguir con el tema. Accedí con la pesadumbrés de saber que quizás ya no volvería a ver ese hermoso jardín. Nos sentamos en una amplia mesa redonda a lado de una tele antigua. Está vez esperé a que me ofrezca café.
¾Sabés que solamente tengo café maltado, ¿te tomas uno igual?
Era la primera pregunta que me formulaba en toda la tarde, y aunque el café maltado no me gustaba demasiado, pensé que sería descortés responderle por la negativa. En medio de una charla informal tomé el café que al final no era tan feo.
¾Y el lugar de la Asociación Madres de Plaza de Mayo en la sociedad, ¿Cuál te parece que es? ¿Cuál es el rol?
¾Las madres cambian la manera de hacer política. Las madres no hicieron nada a propósito. Las madres eran madres de familia como cualquier otra., que en un momento de la historia de este país se encontraron con que un hijo les faltaba. Las propias madres tenían conciencia de que sus hijos eran militantes, pero así todo estoy completamente seguro de que ni ellas ni nadie de los que vivimos aquel momento pensábamos que se iba a llegar a tanto. El hecho de que desaparezcan miles y miles de personas es una barbaridad acá y en cualquier lugar del mundo. A partir de esta conyuntura es que digo que las madres dan vuelta la forma de hacer política porque son ellas las que salen a la calle a reclamar desesperadamente justicia. Ellas son las que se animan a enfrentar al poder, y ellas son las que reivindican el papel de la mujer como sujeto social relevante.
¾¿Y cómo vivís vos particularmente la época del proceso, qué vivencias sensaciones te dejó?
¾Principalmente lo recuerdo con mucho miedo. El que diga que en aquella época era muy valiente miente. Los valientes son aquellos que hoy no están. Así y todo también te repito que ni siquiera los que hoy no están pensaron que esto iba a ir tan lejos. A mi particularmente me queda la imagen de haber vivido en medio de un genocidio. Fue una etapa muy dura. Y me parece que en el proceso se pusieron sobre el tapete situaciones aberrantes, una es el problema de la identidad. Cuando Videla contestaba a la pregunta sobre donde estaban los desaparecidos, donde estaban los hijos de las madres, tocaba muy de lleno el nudo de esta cuestión. Videla se refería a los desaparecidos como entelequias, ideas que carecen de presencia física, ahí se llega al colmo de la perversión. Eso fue lo que me dejó el proceso. Por un lado el terror, por el otro la incertidumbre a la pregunta del quien somos.
¾En relación a esto que mencionas de la identidad, ¿en que medida lo consideras un delito imprescriptible?
¾Y esto tiene una lectura muy simple. El hecho de que vos este engañado toda tu vida, que crees que sos alguien cuando en realidad ese yo que construiste no es el que debías haber formado nos hace parar ante una aberración muy profunda, una gran canallada. El hecho de que quienes te educan hayan sido quizás los mismos que mandaron a matar a tus padres crea en la persona un conflicto muy grande. Y a su vez se da la paradoja de que quienes educaron a esos chicos lo hicieron sembrando en ellos el mismo odio que tenían. Y cuando los formaban en ese odio a los enemigos, cuando les hablaban de los enemigos se referían a los padres de estos chicos. Este tipo de cuestiones son las que no me dejan de asombrar con el paso de los años. Yo no se hasta que punto canalladas de este tipo pueden ser perdonadas. Porque vos fijate que después de esto, viene toda una lucha de algunos de estos chicos por buscar la verdad, aunque haya al principio una fuerte crisis por el quien sos, después llegan las ganas de intentarlo. El caso de Victoria Donda que hoy es diputada es un claro ejemplo de la lucha de estos chicos. Victoria no sólo pudo encontrar su verdadera identidad sino que además pudo reconstruir su propio proyecto de vida en la militancia.
¾Y volviendo al rol de las madres como organización, ¿hasta donde crees que su existencia tiene algo que decir respecto del problema de la memoria?
¾Y yo creo que con su predica las madres reivindican permanentemente ese valor. Las madres están en la plaza, están en charlas, construyen museos viajan, eso ayudó muchísimo en el momento en que nadie se animaba a hablar y sigue ayudando hoy como ejercicio permanente de memoria. Porque acá hay una cuestión muy importante. Cuando se habla de estos temas muchos te dicen “dejate de joder con el pasado, mirá para adelante” y lo que esas personas no saben es que mirar para atrás es imprescindible para poder cambiar la historia. Si hay heridas abiertas no va a haber porvenir. Y la cuestión de la memoria no se trata sólo de repensar el pasado, también se trata de que de una buena vez se haga justicia, sin justicia no hay paz, eso está muy claro. Las madres reconstruyen ese pasado que no debe ser olvidado, con el trabajo, con su apuesta permanente por los derechos del hombre buscan mantener latente ese fuego. Y también con la denuncia, la denuncia a la obediencia debida, al punto final, sin ellas hoy no estaríamos donde estamos. Y en este problema de la memoria, incluyo a la Argentina como sociedad en su totalidad. Como alguna vez dijo Andrés Rivera, el argentino en el devenir histórico miró siempre para otro lado. Quizás esa manera individualista de concebir nuestra historia nos llevó a esto que nos toca vivir.
¾En este sentido ¿cómo crees que se resuelve este problema del quien somos y del quien queremos ser?
¾Y si, bueno eso son los grandes desafíos. A mi me parece que la mayoría de la gente quiere ser así, aunque parezca mentira quiere ser así. Fijate que es la lógica de la dictadura. Los militares hasta por los medios decían “el silencio es salud”. Esa fue la campaña para que la gente no hablara, para la sumisión. El que se entera que pasan cosas que no hable, lo asustamos entonces no habla, por eso el silencio, un silencio que no es bueno, la peor palabra es el silencio y la peor actitud es la indiferencia. Esa es la peor posición que podemos tener frente a la vida. Pero lo lograron, la gente no hablaba, Sólo hablaban aquellos a los que les tocaba de cerca el problema, como a las madres que iban de un lado al otro, y de tanto ir de un lado a otro, empezaron a cruzarse y sin conocerse, empezaron a hablarse. Ahí se dieron cuenta que era mucha gente la que tenía el mismo problema, ellas siempre fueron muy visionarias, esto es indiscutible. Esa es para mí la historia del valor de la solidaridad y de una conciencia colectiva. Por ese lado va la respuesta al quien somos.
¾La conciencia de lucha de las madres, ¿Reivindica ese valor para vos?
Totalmente. De la situación particular en la que se encontraba cada una, pasaron a una lucha conjunta, ya no había que encontrar a un hijo, sino a los hijos de todos, ellas empezaron a ser las madres de todos. Su lucha es solidaria en esencia.
¾¿Y vos por que luchas?
Cortazar decía “solo lucho por las causas que amo” y creo que en definitiva es la idea a partir de la que transito mi camino. Amo aquello que hago, y aquello que amo implica siempre una lucha ardua y trabajosa. Ahí esta el desafío para mi. Saber que aquella causa que me moviliza es una causa que amo y defiendo con mi propia vida. La historia me dice que casi siempre perdemos, y eso en vez de hacer claudicar mi lucha es la mejor excusa para seguir peleando.
Reflexión sobre el género entrevista
Hablar de la entrevista se vuelve tan difuso, tan poco claro como el propio género que la clasifica. Estableces taxonomías, categorías para hablar de la entrevista como género discursivo me resulta superfluo. Ong aporta en su apartado sobre oralidad y escritura un punto de partida interesante para reflexionar sobre la cuestión. Los griegos piensan el proceso de escritura como una situación inhumana en el sentido de que plantea la intención de llevar aquello que existe sólo y nada más que en el pensamiento a una instancia exterior. Esto significa una especie de absurdo, la metáfora del uso de una tecnología como forma de debilitar el pensamiento, de aquello que sólo existe en tanto idea. Llendo hacia el género en cuestión, la entrevista refiere al problema en estos términos. Aquello que se dice bajo la lógica de la oralidad, al ser trascripto, al ser transformado para actuar bajo la lógica de aquello que está escrito pierde definitivamente su esencia. Y cuando hablo de esencia pienso que a la vez en aquel proceso de tránsito desde la oralidad hacia la escritura se crea una nueva esencia discursiva que en definitiva se diferencia de la anterior. En la experiencia personal, al enfrentarme con la necesidad de transcribir aquello que se dijo, me vi ante el problema de cómo generar un discurso que sabía diferente, respondiendo al pacto de cooperación que le debía a mi entrevistado. En definitiva ante el problema de la relación entre oralidad y escritura nos ponemos frente a la posibilidad de que la entrevista tenga tantas aristas y opciones como respuestas y formas de encarar la cuestión de transcribir “lo dicho” haya. En este sentido Uribarri plantea al propio género a partir de aquella particularidad: “en la variedad está su esencia”. Es interesante en este sentido, plantear la entrevista en relación al género periodístico y como efectivamente no podemos situarla ni del lado del periodismo de opinión, ni tampoco dentro de lo que sería el periodismo informativo. Podríamos decir que incluye todas las formas de hacer periodismo: informa, interpreta y opina a la vez.
En el acto de entrevistar considero limitada y reductiva aquella mirada que intenta poner a la figura del entrevistador bajo la específica función de trasladar aquello que es dicho. Creo en la entrevista que intenta fundar una estética diferente más allá de aquello dicho. Un género que se plantee la posibilidad de trabajar sobre el discurso, la intención de aportar matices y una narrativa particular. Como afirma Uribarri, en el acto de percibir, seleccionar, jerarquizar el periodista inscribe cuotas de su subjetividad. En ello radica la esencia de la entrevista como construcción discursiva. Claro está que en este sentido la trascripción debe respetar aquel pacto tácito existente entre entrevistador y entrevistado: aquello que se dijo no puede ser fraguado, su sentido no puede ser alienado. Allí radica el límite de la ética de quien encara un reportaje. En aquel pacto de cooperación del que habla Arfuch, hay dos posiciones claramente delimitadas. Por un lado el deber de quien pregunta, a transcribir aquello que se dice de la forma más fiel posible. Por el otro el compromiso de quien es entrevistado a responder con coherencia, a respetar su lugar de entrevistado, a establecer aquel universo de relaciones que permitan desarrollar el género con fluidez. Esto último no significa que la entrevista deba ser una especie de ritual, con lugares previamente establecidos, por el contrario se trata de intentar establecer una relación particular que haga a cada entrevista diferente de otras. La entrevista desde su función narrativa busca la individualidad, el acercarse al otro desde un costado profundo. En la reinterpretación de ese diálogo cobra gran importancia la anécdota, la vivencia, la sensación personal. Y siguiendo a Arfuch, el desarrollo de ese costado vital excluye la idea de orden espacio-temporal, deja una sensación de algo incompleto. En esta línea de pensamiento se sitúa el modo en que Coupland reconstruye la entrevista a Morrisey. Poniendo en juego la cuestión del poder, el entrevistador forma la imagen de “el personaje” a través de aquellos datos que conoce de antemano dado su fanatismo, y a esto le suma aquellas percepciones que rescata luego de una charla de casi 2 horas. La entrevista va más allá de lo que visual y estilísticamente conocemos como tal, y sin embargo resulta de todos modos atractiva.
¿El límite de aquello que podemos considerar entrevista y aquello que no? Por un lado tenemos la opción de Warhol. Un tipo de conversación que camina por la cornisa del género, ¿es o no es?, difícil de establecer. Es un intercambio caótico de frases, definiciones y monosílabos que no guardan una aparente coherencia como cuerpo textual completo, pareciera no respetar el rol de quien es entrevistado. También es cierto que dentro de ese caos de ideas y símbolos se habla de la entrevista como género, se la enjuicia, se la cuestiona. En lo que Uribarri llama “lo novedoso”, encontramos en Warhol a la entrevista desenvolviéndose mientras habla de si misma. También contamos con la opción de la entrevista realizada a Raymond Carver. Creo encontrar ahí el desarrollo de un costado vital y una entrevista de una profundidad pocas veces vista. Allí se plantea la cuestión desde una situación de desorden cronológico, una serie de preguntas desordenadas que giran alrededor de un asunto que a medida que se desarrolla la entrevista empieza a quedar más claro. Aparece allí el costado experimental, la percepción individual, la vivencia que a mi juicio es la búsqueda más interesante de una entrevista.
viernes, 29 de agosto de 2008
Paradigma Indiciario
Como el cazador que reconstruye a través de datos particulares y marginales una realidad que es absoluta, quien escribe toma datos particulares sin importancia y los vuelva a una hoja que transmite una verdad esencial. En este sentido decimos que sin duda la escritura es un proceso indiciario. Toma partes para construir un todo absoluto.
El paradigma indiciario permite la copia, una copia entendida como la producción artística que parte de un conocimiento en común de determinada disciplina. La escritura se plantea como estilos variados que se diferencian unos de otros a partir del sesgo individual de cada uno de los que escriben. La marginalidad de aquellos datos que diferencian a quienes escriben en un mismo lenguaje es parte de lo que el paradigma indiciario como estructura de conocimiento pretende explicar.
La escritura es sin duda una apuesta clara por una forma de conocimiento indiciario en la medida en que de lo marginal se hace el paradigma. En el proceso de producción estilística lo que diferencia a uno de otros es justamente esa apuesta por lo individual. En su reconstrucción radica la existencia de lo esencial.
Presentación
Veintidos años transitando jardines, colegios, facultades y aulas, muchas aulas, hasta arribar a esta instancia donde recibirme ya no parece tan lejano.
Veintidos años caminando numerosas tribunas, muchos estadios, montones de ciudades siguiendo a esa pasión que me moviliza: el Club Atlético Independiente.
Veintidos años para darme cuenta que aquello que estaba tan claro ha dejado de estarlo, y aquello que parecía confuso continúa pareciéndolo. Libros, apuntes y ensayo fueron parte de mi dieta diaria. Cortazar, Carver, Dante, Panzeri, Garcia Marquéz, todos han tenido su chance y ninguno la ha desaprovechado expeto el último nombrado. Teoría y más teoría me hicieron ser lo que estoy siendo.
Veintidos años que vivo en Lomas de Zamora, 3 de estudiar en Quilmes y sólo 2 de trabajar en el lejano barrio de Palermo. Si ya se, ¿son demasiados kilmoetros para una sola persona? Contesto con el casette puesto: "es lo que elegí".